Los donantes de sangre que han superado la Covid-19, nueva esperanza contra la enfermedad

Artículo de HANNAH OSBORNE publicado por NEWSWEEK el 16 de marzo de 2020 en – este enlace –

Aquí lo hemos traducido para tí

Los científicos de Johns Hopkins de Baltimore, Maryland EEUU han dicho que la sangre de los pacientes con coronavirus recuperados podría usarse para retrasar la propagación del virus. El concepto, conocido como «plasma convaleciente», se basa en la idea de que los anticuerpos en su sangre podrían usarse para aumentar la inmunidad de las personas recién infectadas o de aquellas con mayor riesgo de contraerlo.

En un artículo publicado en The Journal of Clinical Investigation, Arturo Casadevall de Johns Hopkins y Liise-anne Pirofski, del Colegio de Medicina Albert Einstein, Nueva York, afirman que COVID-19 tiene el potencial de afectar a miles de millones de personas y hasta el momento , no hay vacunas o medicamentos disponibles para el virus SARS-CoV-2 que causa la enfermedad. Casdevall y Pirofski dicen que «el suero humano convaleciente es una opción para la prevención y el tratamiento de la enfermedad COVID-19». Dicen que podría estar disponible en un corto período de tiempo, siempre que suficientes personas que se hayan recuperado de él puedan donar su sangre.

El plasma convaleciente tomado de un paciente con coronavirus recuperado sería rico en los anticuerpos necesarios para combatir la infección. Si estas personas donaran su sangre, el suero podría usarse para transmitir estos anticuerpos a otras personas que no hayan sido infectadas. «A medida que más personas contraigan COVID-19 y se recuperen, el número de donantes potenciales seguirá aumentando», escribieron. La sangre donada se procesaría y se aislaría el suero, que luego podría inyectarse en pacientes recién infectados o en aquellos con mayor riesgo de contraer COVID-19.

Esta técnica se ha utilizado para detener brotes de varias enfermedades a principios del siglo XX, incluidos el sarampión, las paperas y la gripe. Explican que la investigación retrospectiva mostró que las personas que recibieron el suero tenían una mortalidad más baja que las que no lo recibieron. Hace una década, también se usó durante la pandemia de influenza H1N1, donde el suero se usó para tratar a individuos en cuidados intensivos. También se usó durante el brote de ébola en África occidental en 2013, con dos pacientes transferidos a los EE. UU. Que sobrevivieron a la enfermedad después del tratamiento.

«Aunque cada enfermedad y epidemia viral es diferente, estas experiencias proporcionan importantes precedentes históricos que son tranquilizadores y útiles ya que la humanidad ahora se enfrenta a la epidemia COVID-19», escribieron.

Casadevall dijo que el tratamiento podría establecerse en la Universidad Johns Hopkins de Baltimore en unas pocas semanas. «El despliegue de esta opción no requiere investigación o desarrollo», dijo al portal de noticias The Hub de Johns Hopkins. «Podría implementarse en un par de semanas, ya que depende de las prácticas estándar de almacenamiento de sangre». La financiación inicial se ha proporcionado para el proyecto de Casadevall y él y su equipo ahora están trabajando para asegurar más recursos. Según The Hub, el mayor problema para implementar este sistema es el tiempo. Una persona necesitaría ser tratada con síntomas tempranos para que sea más efectiva. Casadevall y Pirofski dicen que si bien hay una serie de incógnitas, como qué dosis sería efectiva, «los datos anecdóticos sobre el uso de suero convaleciente sugieren que es seguro en la infección por coronavirus».    

Concluyen: «Hoy, las enfermeras, los médicos y los socorristas expuestos a casos conocidos de COVID-19, algunos de los cuales han desarrollado enfermedades, están en cuarentena, lo que amenaza con colapsar el sistema de atención médica. Se anticipa que el suero convaleciente evitará Infección por SARS-CoV-2 en aquellos a quienes se administra. Si esto se establece, las personas que reciben sueros convalecientes pueden evitar un período de cuarentena. Esto podría permitirles continuar su función crítica como proveedores de atención médica «. Se supone que este enfoque no es un tratamiento, argumentan. En cambio, sería una «medida provisional» que podría usarse para frenar la epidemia actual. También dicen que implementarlo requeriría una gran cantidad de coordinación entre diferentes especialistas y administradores de hospitales. «Como nos encontramos en medio de una pandemia mundial, recomendamos que las instituciones consideren el uso de emergencia de sueros convalecientes y comiencen los preparativos lo antes posible. El tiempo es esencial».  

Cedric Ghevaert, profesor titular de medicina de transfusiones en la Universidad de Cambridge del Reino Unido y hematólogo consultor en NHS Blood and Transplant, dijo a Newsweek que la propuesta de Casadevall podría funcionar «en principio», pero agregó que «varias cosas no se discuten».  

«Dada la velocidad de propagación de las epidemias, organizar la recolección, distribución, control de calidad, dosificación, etc. puede ser simplemente un caso de cerrar la puerta después de que el caballo se haya desbocado», dijo, y agregó que otro problema podría estar relacionado con la reacción hiperinmune que causa daño pulmonar agudo «Este enfoque puede no eliminar esto, incluso puede alentarlo», dijo Ghevaert.  

También dijo que esta técnica «funciona bien para los agentes transmitidos por la sangre», pero no está claro si el virus SARS-CoV-2 hace esto.   El enfoque de plasma convaleciente ya se ha implementado en China, donde se cree que la enfermedad se originó, y los investigadores informaron resultados anecdóticos alentadores. A fines de febrero, la agencia estatal de noticias Xinhua dijo que de las 245 personas tratadas con plasma, 91 habían mostrado mejoras. El número de nuevos casos de COVID-19 en China comenzó a disminuir, y también se reportaron menos muertes. Las infecciones y muertes mundiales fuera de China ahora han superado el número al de la nación.  

Según el rastreador del tablero de Johns Hopkins, ahora hay más de 3,700 casos en los Estados Unidos, incluidas 69 muertes.